miércoles, 11 de octubre de 2017

Cuchillo de Fuego da otra lección con su segundo largo "Megavedra" (Humo, 2017)

Arte: Carleti López Traviesa
Ni siquiera nosotros que esperábamos la hecatombe estábamos preparados para el sádico y metalero comienzo de "Megavedra", segundo largo del impecable e implacable cuarteto, Cuchillo de Fuego, que en esta ocasión llega de la mano de la ovetense Humo, que al igual que un vanidoso cazador sigue empecinado en colgar de su pared trofeos de los que siempre pueda sentirse orgulloso, por lo que no podía permitirse en esta ocasión dejar pasar las despiadadas bondades de la que es para nosotros probablemente la mas desconcertante y brillante banda de nuestro actual panorama "underground", y que conste que lo de "probablemente" lo decimos por el que dirán...

En estos primeros temas el siempre atronador sonido de estos lerenses sobrepasa sus brutaloides cánones hacía un "noise" mayúsculo, que en esos momentos defiende sus maneras aparándose en las mas puras formas del hardcore punk mas descarado, con un comienzo de disco agresivo, lesivo y demencial, de sonido veloz, gordo y rotundo, en el que llega a perderse por momentos hasta la siempre diáfana dicción de la voz de Navazas, (Quizás por ello hayan compartido sus letras en bandcamp, lo cual a razón de la calidad de su lírica es algo siempre de alabar),  cuyo "speech" declinado es siempre aliciente principal en el procedimiento de este cuarteto, estando en todo este disco mas totalizado y globalizado con el resto del instrumentaje sin perder mordacidad, algo que la banda se ha podido permitir sin duda por la mejor disposición y calidad del sonido de este nuevo álbum, y que en este inicio de disco es esputado con una furia sincronizada y acorde con el acuciante ritmo marcial impuesto por la percusión, entre el acelerado fragor de una andanada de lacerantes riffs, de inusitada violencia amedrentadora, todo ello en favor de la causa y el aturdimiento generalizado, provocado por un atronamiento que a pesar de su aspereza adquiere tintes de desquiciadora "épicicidad", en un arranque en el que si buscaban la fascinación y la estupefacción, pueden dar su objetivo por cumplido.


Afortunadamente se recuperan las formas, y en absoluto lo decimos peyorativamente sino vanagloriándonos y reconociendo que manteniendo el impío ritmo infligido en sus tres primeros cortes, de los cuales en sonido los dos primeros hacen uno prácticamente, hubiera hecho ardua la escucha de un álbum que de por si es indudablemente mas belicoso que su predecesor, pero que aún así a partir de su cuarto tema, "La Pasta", hace que unos maltratados pero complacidícimos oídos, retomen aire, al menos en cadencia que no en virulencia, metiendo a este disco en pautas mas parecidas  a las que desde el primer momento dignificaron y encumbraron a esta banda, recuperando para el resto de este álbum su indeleble y recio "modus operandi", ese que nos hizo caer en sus garras irremisiblemente, con un ritmo mas tetricamente apaciguado, algunas veces "stonico", que flirtea con el "doom" o el "sludge", aun sin parecer tan fatigosos como estos, donde el sonido es aún mas amenazante y acojonante, de riffs mas pesados y pendencieros, pero de ritmo mas llevadero, ese estilo en el que aún choca mas, pero sin embargo encaja irremisiblemente, el prominente torrente del fraseo de un siempre inspirado cantante, que es tan "frontman" como "showman",  declinador y orador de una incisiva lírica siempre imponente y con lo local y cotidiano como reincidente, que constantemente recurre a la "palabra hablada" con acierto constante y protagonista relevante de una formula que si en el disco impresiona, llevada al directo es paroxística y enardecida hasta la extenuación, que alcanza su momento álgido en "Nocturno", pieza central y maestra de un disco despampanante, que para colmo contando con el respaldo de un formidable vídeo, hoy método de promoción imprescindible, y en este caso tan magníficamente aprovechado tanto por sello como banda, ha sido creado en la ultraviolenta factoría Wakaliwood por su mas prestigioso realizador, ya conocido como el "Tarantino ugandés", Isaac Godfrey, redondeando un resultado del todo irrepetible.


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