Artwork: Oskar Benas |
La gallega Superser ha sido autentica árnica para nuestras soliviantadas y trémulas almas, desde que lanzaron hace ahora un año un primer single, que haciendo referencia a la mitología de Cthulhu, sin duda llevados por la peligrosidad de sus bizarras y abyectas letras, ha demostrado como ha hecho falta que estos tres primigenios seres, sin duda todopoderosos, vuelvan a este universo para poner algo de orden y recuperar de las peligrosas fauces del vulgar ostracismo y el actual remedo, la sinergia de dos géneros como la psicodelia y el garaje, que han sabido ir siempre gloriosamente de la mano desde que Roky Erickson y sus Elevators los alearon en jugosa y demoníaca armonía a mediado de los 60s, época que no solo por este motivo era pilar base en el sonido de ese debut en 7", ya que por el otro lado del plástico rendían culto al protopunk de finales de ese bendita década versionando con habilidad y gracia a los mismísimos Stooges, hechos estos consumados que junto con la querencia surfera de su originaria Cedeira nos hicieron augurarle a esta banda un magnífico futuro, que hoy se hace presente por derecho propio y en un tiempo record, con la materialización de un primer largo, rotundo y redondo, que sinceramente nos vanagloriamos de tener la oportunidad de presentaros con el atómico título, vaticinador de nada bueno de, "Radiaciones en la Noche", editado por casi el mismo colectivo de sellos que sacó ese primer sencillo, Sweet Grooves Records, Pafff Bum! Discos, Ulomania Coop, Pelgar y Discos Positrónicos.
Lascivas alimañas, dimensiones perdidas, aullidos en la noche, funestas mutaciones, fatídicos amores y sci-fi de serie Z dan sustento a la lírica tirada con arrogante jactancia, que conforman los ocho soberbios temas que componen este esplendido primer álbum de una banda que en tan poco tiempo de existencia ya ha visto como su sonido ha sido capaz de evolucionar, siempre sumando, pero eso sin perder por supuesto ninguna de las mágicas propiedades que componían aquella primera pócima magistral, que ahora chapotea en terrenos mucho mas pantanosos y canallescos, en los que la lisergia alienígena sigue siendo su sustento, pero en el que un profuso deje a villanesco blues lo impregna todo, y en el que ahora percibimos claros vestigios del "swamp" de los Scientists, mientras que aquel poderoso twang de sus guitarra, por supuesto aún omnipresente, ha dejado de tener las connotaciones salinas de los Man or Astroman? para irse ahora por los derroteros del "power-chord" de Link Wray, todo ello aderezado con renegridos salpicones de dañino psycobilly tirado con altiva parsimonia, y es que estos tres parvos en este primer álbum nos vacilan con insolente y chulesca altaneria, por que serán muchas cosas, pero sobretodo mas chulos que un "ocho", algo que les vamos a permitir sin mas remedio rendidos ante el discarral que se han marcado.
En la parte técnica destacar que este buscado y pretendido sonido no se ha conseguido por arte de birlibirloque, y todos los reputados implicados han estado a la altura de las circustancias, siendo grabado por Javier Vicalo en los vigueses estudios Dub Yard, mientras que la producción ha corrido a cargo del infalible selvático Manu G. Sanz, y la masterización ha ido de la mano del mítico Jorge Explosion en sus estudios de Circo Perroti, en tanto que el atinado y apasionado arte visual, perfectamente acorde al sonido registrado ha salido de la cabeza de Oskar Benas, conformando un primer álbum que es tan imprescindible tanto por dentro como por fuera.
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